Como Iglesia y como comunidad educativa pastoral estamos asistiendo a un nuevo tiempo un tiempo que vino para quedarse y que nos invita reinventarnos y hacer nuevas todas las cosas, muchas cosas en la práctica han cambiado pero en el fondo es lo mismo solo que como dice el mensaje del rector mayor estamos en un aula distinta donde no hay más muros pero igual corrernos el riesgo de ser Aldeas individuales, señala el Rector mayor, debemos ser como la luz de Dios, debemos hacer nuevas todas las cosas, debemos transformar el individualismo en solidaridad en fraternidad, debemos mirar al otro, Don ángel Fernández nos invita mirar el sol que hace nuevas todas las cosa que cambia con sus luz todo lo que nos rodea nos invita a mirar a Don Bosco y ver como por medio de la Fe pudo lograr tantas cosas aún en tiempos de adversidad y de limitaciones más acentuadas aún que las mismas nuestras o de nuestros estudiantes…. En definitiva sí como Don Bosco enfrento el cólera con sus muchachos trabajando por los demás mientras muchos pensaban solo en su persona así hoy como comunidad estamos llamados a trabajar unidos en este tiempo y durante el año para ir en ayuda de nuestros estudiantes de sus familias y de nosotros mismos pensemos como el camino de la fe nos dará la fuerza para hacer nuevas todas las cosas…
Junto con esto como pueblo y comunidad creyente debemos ser obedientes al llamado del Papa Francisco, quien nos dice Para vivir y enfrentar este tiempo de oración ayuno y caridad.
Queridos hermanos y hermanas:
Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a asociarse a ella, para la salvación del mundo.
Y aquí estamos nosotros como comunidad educativa pastoral que hace frente unida acogiendo esta guía que debe conducir nuestro accionar y cuyo centro de su mensaje es seguir cada vez más recto el camino de Cristo
Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8).